MIS CUATRO ÁNGELES
Entre el año 2009 y el año 2016, mi esposa y yo tuvimos cuatro pérdidas; la primera nos dejó marcados. Un criaturita en formación, un bello bebé, al que decidimos llamar Benjamín, sin segundo nombre, solo Benjamín.
Decidió partir un 18 de septiembre de 2009, teniendo un poco más de 18 semanas en el vientre de su mamá. Hicimos lo posible por salvarlo en medio de nuestras inmensas limitaciones, y con la ayuda de nuestras familias, amigos y los galenos venezolanos, pero no pudimos. Se fue.
Después de Benjamín vinieron tres perdidas más. Estas sucedieron antes de los dos meses de gestación, pero igual dolieron, y mucho. A Yacquelina, mi esposa, le produjeron un inmenso vacío.
Fueron años de dolor, de angustia, de sentimientos encontrados, de conflictos. Fueron años difíciles.
Gracias a Dios, en 2017 llegó a nuestras vidas Avril Martina. Nuestro tercer hijo, más los cuatro que partieron antes de nacer, siete vidas que gestamos juntos.
El número mágico "7".
No entiendo,
habiendo vivido lo que vivimos,
como una mujer puede decidir quitarle la vida a su hijo,
en formación dentro de su vientre,
la mayor y más inexpugnable de las fortalezas de la naturaleza,
el vientre materno,
con excusas banales o argumentaciones pseudo-legales.
Mucho tardamos Yacquelina y yo en darle nombre a mis tres terruños que nos dejaron antes de ver la Luz. Habiendo completado esta responsabilidad, a mis cuatro amores que moran en la Eternidad, Benjamín, Mauricio, Savannah y Alberto, ¡Que Dios me los Bendiga y los lleve con Bien! Los Amamos.
¡En Dios Confío!
Alexander Acosta Guerra.
Barranquilla, 12 de abril de 2022
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